Muy probablemente cuando leas esta palabra tu imaginación se vaya a una pareja que tengas, tuviste o quieras tener. De alguna manera esta palabra ha quedado casi arrinconada en esa única acepción. De hecho, muy a menudo (incluida yo) para hacer referencia al AMOR: general, universal, en mayúsculas… usamos todos estos apellidos, precisamente para no confundirlo con esa visión que nos han vendido sobre el amor. Una forma viciada, edulcorada, tóxica e irreal. Las canciones (para mí las peores) las películas, los libros/ novelas, la televisión, la sociedad…

Por todas partes vemos/ escuchamos cosas como: sin ti no soy nada, eres el faro que me ilumina, contigo hasta que la muerte nos separe, si tienes algo de celos es porque te quiere, me quiere a su manera, él/ella es así y hay que quererlo como es, si te dejan persiguelo hasta el aeropuerto…

En su día yo también me creí todos estos dramas peliculeros propios de Hollywood. Hasta que un día te sientas a reflexionar que en el AMOR no debería haber control ni desesperación si la otra persona no está…

Vaya forma de ver el amor tan loca, pensaba yo. Algo estamos haciendo mal, ¿no? ¿Cómo es posible que hayamos normalizado ciertas conductas? ¿Cómo es posible que nos perdamos tanto en el otro?

Y creo que en esta última frase está la clave. Y es que apostamos todo a quién está ahí fuera. Y así, la banca siempre gana. Porque yo no tengo el poder de mi vida. Es imposible que ame a otra persona si antes no he sido capaz de mirarme, concienzudamente, para saber qué quiero, qué deseo, qué necesito, qué es innegociable para mí…

El AMOR comienza, siempre, por una/o misma/o. Y no se trata de egoísmo, se trata de autocuidado. Si deseo que mi exterior cambie tendré que cambiar primero mi interior. Ver que clase de creencias estoy alimentando. Creencias de expansión y amor o creencias limitantes y de miedo..

Porque aquí está la clave, el AMOR es un estado del SER donde nos expandimos, disfrutamos, compartimos, nos sentimos libres y somos compasivas/os. 

Cuando soy lo suficientemente valiente para mirar adentro y aceptarme con mis luces y mis sobras seré capaz de amar a otra persona con sus luces y sus sombras. Lo cual no significa que no deba poner límites. Todo va a depender del compromiso que tengamos con nosotras mismas/os, nuestro autoestima y nuestros niveles de compasión y comprensión. No se trata de aceptar todo de la otra persona, se trata de escucharnos a nosotras/os mismas/os y reconocer que quiero en mi vida.

Si yo no me sé amar a mi misma/o ¿cómo puedo pretender que otro lo haga por mi?

Hace unos años estuve con un chico que su visión de pareja y la mía eran antagonistas. Ninguna mejor que la otra, simplemente incompatibles. Por supuesto, no duramos mucho juntos.

Y aquí viene otra clave: ¡el tiempo! ¿Dónde está escrito cuánto tiene que durar una pareja? ¿Es que no hay parejas que llevan toda la vida juntas infelices? ¿Es que una pareja que haya durado sólo unos meses es menos exitosa? El amor no puede medirse en tiempo, se mide en creación. Cuánta expansión han dado al mundo, cuánto han aportado juntos, cuánto cariño y respeto se han dado el uno al otro…

¿Y si no tengo pareja? ¿No tengo derecho a ese amor? Pues sí, porque ese amor es tuyo, tú solo lo compartes con otra persona cuando lo decides.

Sin duda, esta es la parte que más me gusta. El amor relacional es un punto de encuentro para sumar, compartir y crecer. No digo que sea todo sonrisas y arrumacos, lejos de la realidad. Puede haber conflicto. Pero estos roces puedes usarlos para mirar (de nuevo) hacia dentro, ver tus carencias y necesidades y crecer con el otro.

Enamórate de ti para compartir tu amor con/por la otra persona.

Gracias por leerlo.

Escrito por Dara.